¡¡¡Hola Belug@s!!!. Hay lugares en el mundo que no descubrimos por ser menos famosos que otros, y Lleida es un claro ejemplo. La más desconocida de las cuatro capitales catalanas y, desafortunadamente, un lugar de paso al que el visitante no le dedica el tiempo que merece Lleida se ha convertido en un diamante en bruto para el que sí le dedica el tiempo que merece.
La Seu Vella y El Castillo del Rey
Aquí se encuentra la antigua catedral de la ciudad, el más importante de los monumentos que hay que ver en Lleida. Merece la pena subir a lo alto del campanario, otro excelente mirador sobre Lleida y que se eleva a 60 metros del suelo.
Menos espectacular nos resulta la iglesia en sí misma, particularmente si la comparamos con otras catedrales góticas.
El Centro Histórico del Lleida
Bajamos al centro histórico de Lleida, que se ubica a los pies de la Colina de la Seu Vella. Aquí nos encontramos con una larguísima calle comercial peatonal, de unos dos kilómetros de largo y que alberga más de 400 tiendas. El ambientazo navideño, en estas fechas, es máximo. Pero más allá de este momento, es evidente que este eje comercial le da a Lleida unos aires de capital del que no gozan otras poblaciones de tamaño similar. Podríamos decir que la Plaza de Sant Joan queda en medio de este eje, con la calle Mayor a un lado y la Calle Sant Joan al otro.
Varios de los monumentos que hay que ver en Lleida se encuentran en las inmediaciones de estas dos calles.
Uno de los edificios más bellos es el de la Paeria, localizado en la plaza del mismo nombre. Se trata de una construcción del siglo XIII cedida en 1383 por los Señores de Sanahuja a la ciudad. La Paeria es la sede del Ayuntamiento de Lleida y merece la pena echar un vistazo a su patio central y, particularmente, a los subsuelos de la misma, donde se ubican los vestigios arqueológicos de la ciudad medieval, incluida la antigua cárcel o Morra, situada seis metros bajo el nivel actual del suelo. Algunos vestigios se remontan, incluso, a la época romana ni más ni menos. Además, la visita es gratuita.
Siguiendo por la Calle Mayor llegamos a la Catedral Nueva de Lleida, alzada a partir de 1761 y a medio camino entre el barroco y el clasicismo. Se trata de un edificio con planta de tres naves y que alberga la venerada imagen de la Virgen del Blau (del hematoma).
La leyenda cuenta que dicho hematoma surgió de un martillazo producto de la envidia de un maestro escultor en comprobar como su discípulo había realizado una obra más bella que la suya propia. Esta imagen medieval decoró la portalada principal de la Seu Vella antes de ser trasladada a la Catedral Nueva.
Justo enfrente de la catedral se ubica el antiguo Hospital de Santa María, dispuesto alrededor de un bellísimo patio de finales del gótico que nada tiene que envidiar al de los más bellos patios del barrio gótico de Barcelona. Actualmente es la sede del Instituto de Estudios Ilerdenses y el patio acoge exposiciones temporales.
El Museo de Lleida
La nueva sede del Museo de Lleida, Diocesano y Comarcal abrió sus puertas al público en noviembre del 2007 para convertirse en el gran referente museístico de Lleida. Visitar los más de 7.000 metros cuadrados implica sumergirse en la historia de Lleida. Una historia que toma la prehistoria como punto de partida y que llega hasta la era contemporánea.
Los fondos del museo son el resultado de la unión de dos colecciones centenarias y obedecen al objetivo de reunir, en un mismo edificio, los bienes museísticos de la ciudad y de sus áreas de influencia. Una, es la de arte sacro procedente del Museo Diocesano, heredera del museo creado en 1893 por el obispo Messeguer. La otra, es la colección arqueológica del Instituto de Estudios Ilerdenses (IEI), que tiene su origen en el Museo de Antigüedades creado a mediados del siglo XIX, cuyo fondo pasó a formar parte del IEI en 1942. Además, el museo acoge la colección de monedas del Gabinete Numismático de la Diputación, así como algunos objetos procedentes del llamado Tesoro de la Catedral. De entre las 974 obras de arte y arqueología que acoge la exposición permanente del museo destacan los conjuntos de las épocas del bronce (de yacimientos como el de Genó, en Aitona), ibérica (Gebut, en Soses) y romana (villa romana del Romeral, en Albesa), así como el conjunto visigótico del Bovalar, con el baptisterio como objeto más emblemático.
También merecen atención las piezas de ajedrez de cristal de roca procedentes de Àger (del periodo fatimita, XI); los frontales del altar de época románica; los elementos escultóricos de piedra procedentes de la Seu Vella; las pinturas murales de Pia Almoina; la pintura gótica sobre tabla del taller de los Herrero; la escultura del siglo XIV perteneciente a la llamada Escuela de Lérida; los tapices de factura flamenca; o el terno del Papa Calixto III.
Tarifa de entrada
Entrada general: 5€
Entrada reducida: 2,5€
Consultar condiciones de tarifa reducida y gratuidades
Horario de invierno (de octubre a mayo)
De martes a jueves y sábado: de 10h a 14h y de 16h a 18h
Viernes, domingo y festivos: de 10h a 14h
Lunes cerrado.
Horario de verano (de junio a septiembre)
De martes a jueves y sábado: de 10h a 14h y de 17h a 19h
Viernes, domingo y festivos: de 10h a 14h
Lunes cerrado.
Iglesia de Sant Llorenç
De estilo románico pero con ampliaciones y acabados góticos. La segunda en importancia después de la Seu Vella. Tiene tres naves de la misma altura, con tres ábsides. La nave central, de estilo románico, es la más antigua, y las otras dos laterales son de estilo gótico. Su construcción fue iniciada a finales del S.XII por los escultores y artesanos que trabajaban con Pere de Coma, maestro de la Seu Vella. Las capillas laterales y el campanario octogonal -del s. XV- son de estilo gótico. El edificio conserva cuatro importantes retablos góticos, el mayor dedicado a Sant Llorenç, el de Santa Úrsula -atribuido a Jaume Cascalls-, el de Sant Pere y el de Santa Llúcia. En la puerta gótica de la plaza de Sant Josep son visibles los blasones de Berenguer de Gallart. La iglesia, sede catedralicia en dos ocasiones, contiene diferentes piezas de arte pertenecientes al Museo Diocesano de Lleida.
Destaca la escultura de la Virgen dels Fillols, procedente de la Seu Vella, y Santa María de la Candelera, un cuadro gótico del siglo XV atribuido al pintor Mateu Ferrer que representa a Sant Blai. En la misma iglesia se encuentra el sepulcro de Ramon de Tàrrega y el Sant Crist Trobat, imagen restaurada por Jaume Perelló. En el año 2002, se llevó a cabo la restauración del campanario que ha recuperado su belleza gracias a la reproducción artesanal de los calados de la barandilla y de las gárgolas originales.
Tarifa de visita
Entrada gratuita
Horario
De lunes a viernes: de 9.30h a 12.30h y de 17h a 19h
El sábado: de 11h a 12.30h y de 17h a 19h
domingos y festivos: de 11h a 12.30h
Castillo Templario de Gardeny
Antes de visitar el centro histórico de la ciudad nos dirigimos a una de las dos colinas que hay que ver en Lleida, la colina de Gardeny donde se ubica lo que queda del antiguo castillo templario. Lleida se sitúa en plena Ruta Templaria, junto a Monzón, Peñíscola, Mirabet y Tortosa.
El origen de los templarios en la capital ilerdense lo debemos encontrar en la ayuda prestada por la orden militar a los condados catalanes dirigidos por Ramón Berenguer IV en la conquista de la ciudad a los moriscos. Como compensación, la orden del Temple consiguió una quinta parte de los terrenos conquistados. Entre ellos, la colina de Gardeny. Hablamos de 1149. La realidad es que a los pocos años se empezó a alzar una primera construcción templaria siendo Pere de Cartellà el primer comendador de la nueva residencia.
La Orden del Temple creció de manera bastante importante durante el primer siglo de estancia en tierras ilerdenses, comportándose como uno de los principales centros templarios de la corona catalano-aragonesa del siglo XIII.
Una veintena de caballeros templarios residieron en el castillo en los mejores momentos de la fortaleza, aunque bastante de lo que podemos contemplar en la actualidad corresponde a las distintas ampliaciones llevadas a término en los siglos siguientes, incluido un enorme perímetro de murallas así como distintos torreones.
El Castillo de Gardeny desempeñó funciones militares hasta la cercana fecha de 1997, momento en el cual el ejército acabó por abandonar la fortaleza y el ayuntamiento aprovechó para comprarlo y readecuarlo, dado su importancia patrimonial.
Esperamos que disfrutéis de esta escapada tanto como nosotras y que este post os ayude a organizar vuestra ruta.