¡¡¡Hola Belug@s!!!. Seguimos conociendo los preciosos pueblos que esconde Cataluña y hoy visitamos Vallbona de Les Monjes y Guinera.
Vallbona de Les Monjes
Vallbona de les Monges está situado en el extremo meridional de la comarca d’Urgell y anexionado con los municipios de Rocallaura y Montblanquet.
Su principal ocupación es la agricultura, sobretodo la de viñedos, olivos y almendros. Las dos primeras actividades disponen de Denominación de Origen propia, para el vino «Costers del Segre» y para el aceite «Les Garrigues». La ramadería también es un sector importante ya que el núcleo dispone de un gran número de granjas, aunque el sector que cada vez toma más fuerza es el sector servicios con la explotación turística del Monasterio cisterciense de Santa María de Vallbona, perteneciente a la Ruta del Cister.
La población de Vallbona de les Monges fue creciendo alrededor del Monasterio y la primera noticia que se tiene de él es del año 1153. Desde la Edad Media, este centro monacal ha sido muy importante, tanto por las propiedades como por los monasterios que de pendían de él, pero sobretodo por la constante entrada de monjas que ha habido desde su fundación.
Motivo principal para visitar Vallbona de Les Monjes, el monasterio es un espacio único donde el paso de las horas se comparte con la comunidad religiosa femenina.
Con ochocientos años de presencia monástica ininterrumpida, es el tesoro más desconocido y sorprendente de la Ruta del Cister y el único femenino. De dimensiones reducidas y dotado de una belleza singular, es el exponente más claro de la importancia de la mujer en la época medieval.
Actualmente, las monjas que viven en el Monasterio siguen las normas y las disciplinas del orden de Sant Benet. Dentro del Monasterio encontraremos la iglesia que destaca por sus dos cimborios, el claustro del siglo XII que mezcla el estilo románico con el gótico, la sala capitular y dos capillas: la de Sant Cristòfol y la de la Virgen del Claustro.
Guinera
Situada a mitad del recorrido del río Corb, a 555 metros de altitud, emerge un pueblo escalonado cuya singular organización urbanística y arquitectura deja boquiabierto a quién la visita.
Conocido por ser uno de los imprescindibles, os recomendamos empezar la ruta de Guimerà acercándoos a uno de los laterales de la carretera que viene de Vallfogona de Riucorb, al lado del parking, para disfrutar de las mejores vistas del pueblo y ver como este está construido en la ladera de un cerro.
Percibir el encanto de Guimerà no resulta complicado en el momento que os adentrais por su laberinto de calles con el objetivo de alcanzar la Iglesia de Santa María o la Torre en su parte más alta.
Su Plaza Mayor data del siglo XII y es donde se encuentran algunos de los pocos negocios de la zona vieja.
A través de arcos y galerías por las diferentes calles empedradas, encontraréis el Museo de Guimerà pero solo abre los sábados y domingos por la mañana de 10:30 a 13:30h.
El estado de conservación de sus calles resulta extraordinario y el recorrido es un espectáculo de elementos para conseguir calles cubiertas o pasos elevados entre edificios y poder comunicar las casas a ambos lados de la calle, salidas a diferentes alturas por buhardillas o marcados escudos y puertas que muestran la antigua vida de algún burgués.
Desafortunadamente, desde la parte media de la ciudad, apenas viven personas. Uno de los motivos principales podría ser que todo el pueblo sufre el fenómeno del agrietamiento de sus viviendas, acusado, sobre todo, en las canalizaciones, debido posiblemente a un importante asentamiento del terreno. No obstante, éste todavía es pequeño y quedan algunas décadas para que el viajero pueda apreciarlo.
Acercándonos a lo más alto de Guimerà encontraros la iglesia de Santa María. Esta iglesia parroquial, construida entre los siglos XII y XIII, se ubica sobre una gran roca justo debajo de las ruinas del castillo.
El último secreto de Guimerà es el más obvio. Se trata del símbolo de la ciudad, su torre cilíndrica visible desde cualquier parte, englobada en el conjunto de las ruinas de lo que debió ser una imponente fortaleza en el S.X y S.XI, construida con una función estratégica durante la Reconquista sobre un antiguo poblado íbero para defender la comarca de La Segarra. Es posible subir a la torre gracias a unas escaleras habilitadas para obtener las mejores vistas de la ciudad.
El paisaje desde aquí os dejara ver los cultivos típicos y antes de volver a descender, os hará disfrutar de unas increíbles vistas, repleta de tejados y con mucha historia por contar aún.